miércoles, 29 de julio de 2020

La peor temporada de la historia

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Llevo semanas pensando qué decir. De qué manera expresar todo lo que he vivido esta temporada al lado del Espanyol. De qué forma vaciarme mostrando qué me ha parecido esta campaña. Y quizá tenga razón en algunos puntos y en otros esté equivocado, no lo sé, pero intentaré, en las siguientes líneas, vomitar mi opinión sobre la que, desde mi punto de vista, ha sido la peor temporada de la historia.

Antes de empezar tengo que decir que, aunque Miquel Cartisano me recomendó no dedicar muchas palabras a aquellos que no las merecen... Me parece que me hace falta desahogarme.

La 19/20 prometía ser apasionante. En julio de 2019 todos estábamos eufóricos. En competición europea, los primeros partidos, antes de empezar la Liga, se contaban por victorias. Eso sí, había voces (y no yo) que decían que no había plantilla para tres competiciones. El tiempo, creo, les daría la razón.

Como ya sabréis, un servidor pudo hacer muchos desplazamientos. Fuimos, junto con Félix Botija, los dos únicos aficionados que, sin formar parte del club, pudimos hacer prácticamente un pleno de viajes europeos: 6 de 7. Y aunque la nota global que me llevé de todo ello es excelente, sí que hubo algo que no me gustó nada.

Me remonto a finales de agosto. Cinco pericos fuimos con el avión charter del club a Zaporizhia. Tan solo cinco espanyolistas acompañamos al equipo a un lugar remoto de Ucraina que no conocíamos y que nos presentaba serias dudas. Durante los trayectos y toda la estancia en el país, no molestamos al equipo, no incordiamos a los jugadores, hicimos la nuestra en todo momento y no supusimos ningún escollo para el viaje oficial del club. Como si no estuviéramos.

Y no pedimos nada. Nada. No teníamos porqué hacerlo, y ni tan siquiera pienso que tuviéramos que hacerlo. Pero... qué cojones. Por poner un ejemplo: ¿De verdad la foto de grupo del equipo, hecha al acabar el partido, no podía contar con nosotros? Y si por normativa no podíamos bajar al césped... ¿no podía el equipo acercarse a la grada y hacer la foto con nosotros detrás? O, qué se yo, ¿una foto en el aeropuerto? ¿Es un detalle excesivo para los cinco únicos aficionados que han recorrido más de 3600km expresamente para estar ahí? De verdad que no pido camisetas ni nada por el estilo. En mi colección no tengo ni una sola camiseta que me haya dado un jugador. Pero sí que creo que los desplazados nos merecíamos un detallito, por insignificante que fuera.

Por otro lado, hubo dos pericos que, saltándose las recomendaciones de club y FCPE, aprovecharon un viaje por su cuenta y compraron entradas para otra zona del estadio en el que jugaba el Zorya Luhansk. Anduvieron solos por los aledaños del feudo y tuvieron la mala pata de encontrarse con mala gente. Esa mala gente, aunque celebramos que no se ensañaron, les hicieron pasar un muy mal rato. Los chicos pecaron de novatos, y se quedaron sin camisetas al ser asaltados por ultras. Hay que dar "gracias", eso sí, de que no sufrieron ninguna agresión física ni tampoco ninguna sustracción más que las camisetas blanquiazules que lucían.

Pero no creo que sea oportuno que, posteriormente, el RCD Espanyol les regalase dos camisetas. ¿A santo de qué? ¿Por qué? ¿Por no haber hecho caso a las recomendaciones y haber sufrido un atraco? Me pareció un premio a esos chicos por haberse equivocado. No, señores. Lo que había que hacer es prestarles todo el apoyo del mundo (y así se hizo, lo pude vivir en mis carnes) y hacerles, a la vez, un pequeño tirón de orejas para que no vuelva a suceder. En cambio, obtuvieron camisetas como obsequio; y aquellos que cumplimos a rajatabla con todo volvimos a casa sin ni tan siquiera un "gracias por estar ahí" de los capitanes. Sinceramente, no lo vi nada bien, y no es ninguna pataleta.

Llegó septiembre y empezaron las sombras. La Liga no comenzaba bien, y la FCPE ya envió un primer escrito al club alertando: la temporada es larga, hay tiempo para todo, pero no hagamos el tonto porque la podemos liar... ¡Qué alarmistas sois, hombre!, dijeron algunos.

En octubre, después de cuatro meses en el cargo, el club prescindía del primer entrenador de la temporada: David Gallego, ovacionado meses antes en el Aplec de Penyes y extremadamente criticado durante su etapa en el primer equipo. Por el motivo que fuera, desde fuera no se veía el equipo conjuntado, la verdad, y hacía falta un cambio radical.

Llegó Machín para intentar revertir la situación. Pero no lo consiguió. De hecho, no se comió ni los turrones. Cuando un equipo se ve ahí abajo, entiendo que la psicología es algo clave. Pero ahí pasaba algo, y ni psicología ni nada; estábamos en caída libre.

Un par de semanas antes de su despido, yo mismo, como integrante de la FCPE, participé de la reunión entre jugadores (Diego López, David López, Javi López, Esteban Granero...), staff, Área Social, Curva y Juvenil en la que tenía que quedar claro que todos, y absolutamente todos, haríamos lo posible para conseguir el reto: salvar la categoría. Desgraciadamente, no fue así. Ni salvamos la categoría, ni creo que todos hiciésemos lo posible para conseguirlo. Y que cada uno se mire su propio ombligo.

Tras Machín, llegó el momento de Abelardo. Tenía mis dudas con él, sinceramente. Pero siempre digo que para hablar de fútbol ya hay muchos especialistas, y yo nunca entiendo tanto como ellos.

Parecía que había habido un cambio, y positivo. El 2020 comenzó con un importante empate ante el Barcelona. Llegó el mercado de invierno y hubo fichajes que nos hicieron pensar que era posible. Que la salvación era realmente factible. Todo el mundo coincidía con que el presidente Chen se había rascado el bolsillo porque creía que era necesario, aunque cuando realmente hubiese sido necesario era en verano. Pero más vale tarde que nunca, ya sabéis.

Pero...

La Copa del Rey, con un formato más atractivo e interesante, la echamos por la borda con una alineación patética frente a la Real Sociedad. Derrota fácil y al carrer. Y la UEFA Europa League la tiramos también con un mal partido en tierras inglesas. Que sí, que lo realmente importante era la Liga... pero, qué queréis que os diga. La Copa del Rey ilusiona, y ni qué decir de plantarse en octavos de Europa League, que tampoco era tan complicado. Y de ilusión se vive.

Y fue entonces, fuera de la Copa del Rey, sin Europa y últimos en la Liga, cuando estalló algo que nadie creyó posible: una pandemia que acabaría parando el mundo del fútbol.

El Estado de Alarma paralizó el país. Y el fútbol se vio obligado a detenerse. Durante el tiempo que transcurrió el periodo de confinamiento, la sociedad tuvo que sufrir una vergüenza más: el debate sobre reanudar la competición futbolera cuando los muertos se contaban por miles a diario. Una vergüenza mayúscula.

Pero estaba claro lo que iba a pasar. Javier Tebas no podía dejar que el fútbol no continuara. Jaume Roures no podía perder millones y millones por los derechos televisivos. Florentino Pérez no podía permitir que al Barcelona lo proclamaran campeón de Liga. Los clubes, maniatados por dinero. Así que, como lo primero es lo primero, el fútbol se reanudó.

Miles de tests para los futbolistas, cuando no había suficientes para los sanitarios. Empresas privadas no podían comprar tests, pero LaLiga sí. Las escuelas cerradas, pero el balón rodaba. Los jugadores tuvieron que entrenarse en grupos reducidos, pero podían abrazarse celebrando goles o escupirse a la cara defendiendo un córner. El fútbol femenino, como no interesa, se suspendía definitivamente. El masculino no, el de los macho men había que jugarlo; más que nada porque da millones. Una vergüenza.

Mientras, tantos y tantos, huntados, se reían de aquellos jugadores que alzaban la voz y decían que no querían jugar, que era jugar con la salud individual y colectiva. "Volver es ganar", dicen. Anda y que se vayan...

Aunque no lo dejé escrito, antes de que se reanudara la competición lo dije por activa y por pasiva: lo que tendría que hacer el Espanyol es negarse a jugar. Literalmente. Por respeto a los sanitarios, a sus socios, por coherencia y por humanidad. Pero, claro, eso no lo podía hacer el club. Arriesgarse a ser descendido de forma administrativa por negarse a poner en riesgo la salud de sus empleados...

Y tampoco se atrevería el Espanyol, ni ningún otro club, a denunciar la adulteración de la Liga. Que cambien las normas del juego a mitad de la competición representa una dulteración tan grande que realmente me parece increíble el silencio de tantos clubes. Pero ahí están. Tienen lo que han votado.

Lo que me hizo gracia también es ver como, casualmente, otras ligas tenían decenas de positivos y la española ninguno. Fue la mar de curioso, la verdad. Nosotros, en España, con un porcentaje elevadísimo de infectados, no teníamos futbolistas enfermos. Qué curioso... Como aquellas tendinitis, aquellas molestias, o aquellas "pneumonía que nada tiene que ver con el Coronavirus". ¿En serio alguien se lo cree?

Y lo han escondido hasta que les ha estallado el globo. Lástima que no fuese dos semanas antes. Fue precisamente en la última jornada de Segunda Divisón, con la Primera ya acabada. Jugadores del Fuenlabrada infectados. No se juega el partido contra el Deportivo. El resto sí se disputan. Se adultera aún más la competición. Ahora resulta que falta jugar un sólo encuentro, pero ya están los descensos adjudicados. Y Tebas dice que el Fuenlabrada renuncia a jugar el partido, lo que significa que el Elche ocuparía plaza de promoción a Primera División. Y el Fuenlabrada dice que no, que no renuncia a nada... Esto es un escándalo bárbaro. Es algo de dimensiones que ni yo imaginaba. Ahora, Deportivo y Extremadura con comunicados exigiendo nuevos formatos de Liga. El Elche, a expensas de todo, que no sabe ni qué va a pasar con él la temporada que viene. De verdad que no creo que se pueda adulterar más todo. No me cabe en la cabeza que no haya equipo que no haya denunciado ya a LaLiga a la Justicia Ordinaria. A estamendos deportivos no, claro, que están todos huntados. Pero acudir a la Ordinaria paralizaría la competición sine die. Y espera, y espera... que ahora van saliendo, casualmente, más positivos.

Volviendo a lo blanquiazul, el caso es que el RCD Espanyol, por méritos propios, es equipo de Segunda División. Ha hecho una campaña horrible. Nefasta. Incluso acabó mucho peor de lo que todos creíamos con la destitución de Aberlardo y la puesta en escena de Rufete como entrenador. Una Liga de 25 puntos, último clasificado, y batiendo récords negativos. A Segunda, y con razón. Y con la afición descorazonada. Desilusionada.

En Segunda División, se supone, la temporada que viene el Espanyol se enfrentará a clubes como el Málaga, el Lugo, el Mirandés, el Oviedo... Y a todos ellos, se les suma aquellos equipos que han subido de Segunda B. ¡Y qué historia de promoción se inventaron también! Dos equipos ascendieron tras ganar un solo partido: Logroñés y Cartagena. A ellos, se les añadieron también el Sabadell y el Castellón, que tuvieron que superar tres encuentros.

Seguí con interés el final de Liga de Segunda para saber contra qué equipos se vería las caras el Espanyol la campaña 2020/2021. Y, cómo no, también seguí la promoción. Y tengo que decir que el seguimiento que dio TV3 a los equipos catalanes fue senzillamente lamentable. Aquí si no juega el Barcelona no juega nadie. Había clubes como el Cornellà y el Sabadell que se merecían un respeto que de ninguna forma les ha dado la televisión pública de Catalunya. Otra vergüenza más.

Cuando miras el panorama futbolístico de España, te das cuenta de que en comunidades como Andalucía, Euskadi o Madrid, se fomenta mucho más la pluralidad deportiva que en Catalunya. Aquí, si no eres el Barcelona, nada cuenta. Aquí parece que nada ni nadie tenga valor ni merezca respeto si no viste de azulgrana. Así está acabando todo. Con un Barcelona que se parece a aquella especie invasora que pretende acabar con todo aquello que le hace sombra en un mismo ecosistema. Y si no fuera por traidores como los del Espanyol, lo conseguirían.

La verdad es que me siento, en general, muy cansado de esta farándula que parece no tener fin. Supraorganizaciones que son mafias; organizaciones maniatadas por las mafias (y culpables de que gobiernen las mafias); gestores nefastos, actores horribles y aficionados que no son capaces de entender que cuando escoges unos colores y dices amarlos has de ser consecuente: has de amarlos en la salud y en la enfermedad. Quizás, no sé, necesite un descanso. Separarme un poco y ver los toros desde la barrera una temporada. No lo sé. Lo seguiré meditando.

Así acabó la campaña 19/20 en clave perica. Según los entendidos, y con números en la mano, la peor temporada de la historia. Según mi opinión: la primera vez que, con conciencia, veo al Espanyol perder la categoría; así que, sí, la peor temporada de la historia.
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sábado, 13 de junio de 2020

Porque no es fútbol, es LaLiga

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Escribo esto apenas unas pocas horas antes de que el Espanyol vuelva a disputar un partido de liga. De LaLiga, que no de fútbol.

Está claro que el derecho al pataleo todo el mundo lo tiene. Desde la FCPE, lo hemos ejercido. Así como individualmente cada uno de nosotros. Sinceramente, creo que no es ético que vuelva una competición deportiva antes de la apertura de los colegios, por poner un ejemplo de algo sumemente más importante. No creo que sea ético que los futbolistas tengan centenares de tests Covid-19 y hasta esta misma semana los ambulatorios no hayan podido disponer de ellos. ¿Cuántos sanitarios no habrán podido hacerse la prueba a tiempo?

Creo que banalizamos, en general, el trabajo que ha hecho tantísima gente. Casos de médicos jubilados que se han presentado voluntarios para colaborar en esta pandemia. Y que, desgraciadamente, han contraído el virus y nos han dejado. Todo tiene que, poco a poco, volver a su cauce, ¿pero de verdad alguien ve bien que se disputen competiciones deportivas (mentira, sólo una competición deportiva, quizás la más opaca de todas) mientras en el mundo real la normalidad no ha llegado?

Se me hace cuesta arriba encarar estos once partidos que restan a la competición liguera. Más que nada por las diferencias que se han hecho entre modalidades deportivas y entre mujeres y hombres. La Primera División másculina se reanuda; la femenina, no. Más que nada por ver cómo a diario iban apareciendo los buitres de turno de forma pública argumentando los motivos por los que tenía que volver LaLiga. Por dinero, ni más ni menos. Y no se han escondido. Porque si no vuelve Fulanito pierde X millones de euros. Porque si no se juega los clubes estarán arruinados. ¡Pues que se arruinen, ya se fundarán nuevos clubes! Clubes sanos y con el ánimos de jugar al fútbol para unas aficiones entregadas a sus colores. Una aficiones que quieran difrutar del fútbol en los estadios. Dejar atrás este fútbol-negocio que lo único que pretende es fomentar el estar sentado en el sofá de casa viendo la tele.

De verdad que costaba creer todo aquello que iba sucediendo. Que Aficiones Unidas no defienda a las aficiones. Que las aficiones sigan defendiendo la postura de Aficiones Unidas. El CSD, Sanidad, AFE, FASFE... De transpariencia, ninguna. Todos mirando por sus propios intereses y sin tener el más mínimo acercamiento al sentido común. Ya lo dicen, ya, que el sentido común es el menos común de todos los sentidos.

No he visto ni un minuto de los partidos disputados estos dos días. Hoy, supongo, veré el Espanyol. Y porque es el Espanyol. Y porque soy miembro de la junta de una entidad y creo que tengo que tener la seriedad y el compromiso necesarios para cumplir con la entidad en la que me enrolé hace años.

Siguiendo todas las directrices, y con el permiso de las autoridades municipales, los Pericos de Montmeló abriremos en un rato nuestro local social. Con un aforo máximo de 15 personas, separadas por metro y medio de distancia. Con uso obligatorio de mascarilla, con gel hidroalcohólico en la entrada... Pero no porque yo personalmente crea en este ente que se hace llamar LaLiga. Porque algo que tengo muy claro es que esto ya no es fútbol, es LaLiga.
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lunes, 4 de mayo de 2020

Reflexiones sobre el confinamiento

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Pronto hará dos meses desde que se decretó el Estado de Alarma y, consecuentemente, sufrimos un confinamiento que, al libre albedrío de dirigentes, va e irá cambiando sin que muchos ciudadanos logremos entender muy bien los motivos.

Debido a esta crisis ocasionada por el Covid-19, a lo largo de esta cincuentena de días, hemos experimeintado infinidad de situaciones y vivencias con las que nunca habíamos lidiado. En las siguientes líneas quiero hacer una reflexión sobre algunas de ellas.

1. El tiempo en casa, aunque sea obligado, permite dedicarnos a hacer cosas que, por el motivo que fuera, antes no hacíamos. En estas semanas he podido restaurar y montar un motor Campeón que rondaba por casa, he barnizado unas sillas, he leído libros, me he puesto al día con series, con mi padre hemos talado la higuera y el ciruelo de casa, he escrito, he puesto en orden algunas colecciones... Vaya, que no me he aburrido. Ni un sólo día.

2. Aunque hayamos podido aprovechar el tiempo en cosas que antes no acostumbrábamos a hacer, también se echa de menos algunas de las que esta situación nos ha privado. Ver a familiares, por ejemplo. Eso es lo que más echo en falta.

3. En casa hemos tenido suerte porque, aunque el virus sí ha entrado, no ha sido grave. Estuvimos en casa sin salir durante 21 días, con baja laboral. Todo ello ocasionó cambios: encargar a mi hermano que hiciera la compra y nos la dejara en el garaje, ir un servidor a curar a mi abuela... Al final todo quedó en un susto, y mi madre se pudo recuperar bien. Podemos estar muy contentos, y más cuando te pones a pensar fríamente en las cifras de muertes que dan.

4. Encuentro de muy mal ciudadano, y de mala persona, no respetar las normas de seguridad y prevención que se decretan. Esto va dirigido sobre todo aquellos que intentan buscar la trampa en cada norma. Aquellos que, considerándose pícaros, se creeen más listos que nadie y ponen en riesgo ya no su salud, que me da igual, sino la de los demás. Y esto también va para jefes y empresarios.

5. La situación del fútbol actual abochorna. Son una auténtica vergüenza las actuaciones de LaLiga, la RFEF y los mandamases de las plataformas televisivas. Repito: son una auténtica vergüenza. En ningún tipo de ética cabe que los futbolistas pasen controles de virus y tengan tests día sí día no y que gente de primera necesidad, a pie del cañón, no dispongan de ellos. No me cabe en la cabeza. Asimismo, el hecho de que a día de hoy no se haya decidido si la Liga se reanudará o no va indudablemente ligado a los intereses econónimcos de unos pocos. Y eso abochorna aún más.

6. No sé cómo acabará la Liga. No sé si la dará por finalizada o se acabarán disputando las once jornadas que restan. Pero de lo que sí estoy seguro es de que no se debe poner en riesgo la salud de absolutamente nadie (jugadores, staff, trabajadores, afición...) por un trabajo, y menos para que algunos pocos no pierdan sus ingresos. Que me perdonen, pero el dinero no vale nada. El fútbol es un deporte que requiere de público; de hinchas, como decía Bielsa. No creo que un cine emita una película sin espectadores. Ni actores interpreten su función si el teatro está desierto. Así que, si el fútbol ha de jugarse con las gradas vacías, el fútbol no debería reanudarse. Como mínimo esta campaña, ya que sentaría un precedente gravísimo de adulteración de la competición.

7. Estoy totalmente de acuerdo con el comunicado que publicó la Federació Catalana de Penyes del RCD Espanyol bajo el título "El futbol es afició, sense afició no hi ha futbol". También comulgo al 100% con las palabras de Curva RCDE cuando dicen "Preferimos descender con dignindad, negándonos a formar parte de este bochornoso circo, antes que disputar las jornadas restantes". Y, por descontado, me siento totalmente decepcionado con la postura de Aficiones Unidas. No entiendo cómo tantas Federaciones de Peñas están de acuerdo con la organización que, teóricamente, debería defender al aficionado por encima de todo. Bueno, de hecho, sí que lo entiendo: cuando una organización está subvencionada por otra, la subvencionada normalmente no muerda la mano de quien le da de comer.

8. Me siento muy orgulloso del trabajo que han hecho y están haciendo tanto el RCD Espanyol como la gran mayoría de sus estamentos, colectivos y grupos. Desde todas las acciones solidarias hasta las decenas de iniciativas que han ido surgiendo para entretener y distraer en este tiempo de confinamiento. Pintar, jugar o conocer la historia del Espanyol y sus peñas, donar fondos, alimentos o produtos tecnológicos. Absolutamente todo suma.

9. Yo, aficionado al coleccionismo de cromos, he empezado a hacer una colección de cromos online. Es la primera que hago en este formato. No me convence, la verdad. Como la sensación de abrir un sobre con las manos y pegar los cromos en un álbum de papel, nada. Pero el fondo es bueno, y esta colección puede ser el embrión para que la temporada que viene se publique en papel. La Liga Genuine, la liga en la que compiten equipos formados por personas con discapacidades. Del mismo modo que creo que el fútbol femenino también se merece su propia colección de cromos, los Specials van ocupando el sitio que también les corresponde.

10. No puedo acabar sin tener unas palabras tanto para aquellas personas que trabajan a diario para sufragar los efectos de esta pandemia como para aquellas que desgraciadamente han tenido que sufrir pérdidas. A todos ellos, mis mejores deseos. Y a aquellos que intentan beneficiarse y lucrarse de las desgracias y de la tragedia de los demás, mucha mala suerte.
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jueves, 26 de marzo de 2020

El Espanyol somos todos

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En estos días de confinamiento, y aunque algunos aún trabajemos de forma más o menos normal, los fines de semana, como mínimo, sirven para estar en casa y aprovechar el tiempo en ocuparnos de asuntos a los que, quizá, a veces no les prestamos suficiente atención.

Este último domingo lo ocupé montando un motor antiguo que rondaba por casa y que hace un tiempo decidí restaurar. Entre piezas y herramientas, me dio por pensar en el trascurso de la campaña futbolística que hemos vivido, y que aún, para bien o para mal, estamos viviendo. Y me dio por pensar en ello tras un comentario del director de este portal de información perica. Me preguntó “Dani, ¿pero tú cuántos kilómetros llevas esta temporada?” Y yo no supe qué contestarle…

La 2019/2020 empezó temprano, y con una ilusión tremenda. El hecho de poder disputar la fase previa de la UEFA Europa League hizo que el Espanyol se viera las caras con tres equipos antes de materializar su clasificación para la fase de grupos. El Stjarnan islandés, el Luzern suizo y el Zorya Luhansk ucraniano. Excepto el primer desplazamiento, que fue a Islandia, y que no pude hacer, el resto de viajes los pude combinar bien con el trabajo. Así, viajé a suiza con mis padres, y más tarde a Zaporizhya en una delegación de cinco seguidores medio locos que nos desplazamos en el chárter oficial del club. “Los cinco de Zaporizhia” nos llamábamos. Con ello, la Liga ya había empezado, y Xavi y Remigi, presidentes de la PBB La Garriga y la PBB Vandellòs i l’Hospitalet de l’Infant, me enrollaron para acercarnos a Vitoria y presenciar el Alavés-Espanyol en Mendizorrotza.

Más adelante, entrelazando UEFA, Liga y Copa del Rey, vinieron los desplazamientos a Rusia (¡viva el vodka!), Mallorca (qué rematadamente mal…), Bulgaria (ver para creer), Levante (¡victoria!), Hungría (la racha europea), Lleida (qué simpatía nos tienen…), Leganés (otra vez: qué rematadamente mal…), San Sebastián de los Reyes (llegó RDT), Villarreal (¡sí se puede!), Granada (un palo ardiendo), Sevilla (algo de luz al final del túnel…) y Wolverhampton (se veía venir).

Grosso modo, y contestando a la pregunta en cuestión, he recorrido unos 40.000km en estos dieciséis desplazamientos. He hecho algunos que no tenía en mente; y otros que me apetecían, como el Wanda o el Nuevo San Mamés, por una razón u otra han quedado en reserva para otro año.

A todo esto, no escribo estas líneas para fardar, sacar pecho, ni para deciros a todos qué buen perico soy yo, que he viajado tanto. No, en absoluto. Es lo último que querría que pensarais.

Esta es la primera temporada en la que he podido desplazarme tan asiduamente, y simplemente lo he podido hacer porque tengo la suerte de poder combinarme los viajes con el trabajo. Y no, no manejo billetes, como más de uno ya me ha dicho. Soy un trabajador más que decidió, con el beneplácito de la empresa, sustituir sus vacaciones de verano por desplazamientos pericos. Y estoy, personalmente, muy contento con la decisión que tomé.

Y no me creo mejor perico que otros. He podido coincidir con espanyolistas de pedigrí en muchos viajes, pero hay otros tantos que, con la misma solera, desgraciadamente, por una razón u otra no han podido ver al Espanyol ni una sola vez fuera del RCDE Stadium. ¿Y son peor pericos que yo? No, no lo creo. Simplemente, las circunstancias son las que son. Y cada uno tiene las suyas, que son siempre particulares. Por eso me parece de lo más absurdo el comentario que tantas veces se lee en las redes sociales. Honor a los desplazados. ¿Honor? ¿Por qué? ¿Debido a qué? No llego a ver, de verdad, qué mérito tiene un desplazado frente al que le es imposible viajar y solamente puede bajar al local de su peña a ver el partido. O incluso el que ha de quedarse en casa y lo sigue a través de la radio. Cada uno vive el Espanyol como buenamente puede. Pagando el carnet de socio, abonándose, siendo peñista, viajando, comprando en las tiendas… o simplemente diciendo “Soy Perico” el lunes en el trabajo o en el colegio. Que nos quede claro: el Espanyol somos todos.


Artículo publicado en Voz Perica el 24 de marzo de 2020
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sábado, 29 de febrero de 2020

Y, con victoria, se acabó la aventura europea

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Quién nos lo iba a decir aquél ya lejano 18 de mayo que el Espanyol se clasificaría para disputar la previa de la UEFA Europa League. Y fue así al derrotar a la Real Sociedad en la última jornada de Liga de la temporada 2018-2019. Y gracias a que otros resultados también nos acompañaron, claro. Eso desató la euforia. L'Amour Toujours de Gigi d'Agostino se metió en nuestras cabezas hasta el pasado jueves, cuando quedamos apeados de la competición. ¡Lolololo, vamos a Europa con el Espanyol!

Y ha sido realmente muy bonito todo. Desde la ilusión de seguir los sorteos y ver contra quién nos tocaría en cada eliminatoria, hasta las ganas de ver nuestro RCDE Stadium embadurnado de Europa con el himno de fondo, pasando por los nervios de montar un viaje y ver a nuestro equipo más allá de la frontera.

El pasado jueves 27 de febrero, y aunque el Espanyol acabó ganando el partido por 3-2, fueron los Wolves quienes se clasificaron para disputar los octavos de final de la UEFA Europa League. Más de 2.300 ingleses acudieron al estadio para ver a su equipo en un feudo el nuestro que, por mil motivos (que tampoco voy a entrar a detallar), presentó una imagen muy pero que muy pobre. ¿De qué nos vale querer jugar en Europa si después de siete partidos no hemos sido capaces de mostrar una entrada más o menos decente en nuestro estadio?

Después del 4-0 de la ida, la gesta se presentaba poco menos que utópica. Pero bueno, el perico siempre tiene la esperanza, el "y si...". Y cuando Calleri marcó el primero, a la cara de la pericada empezó a somarse una sonrisa. Que nada, que duró poco, porque con el gol del Wolverhampton ya todo hizo aguas... pero fue bonito, de verdad, mientras duró.

Un 3-2 final que hace acabar la andadura blanquiazul en Europa con victoria, y hace que los millares de ingleses que vinieron, algunos a liarla, se fueran como mínimo sin haber visto ganar a los suyos. También les está bien.

De toda esta andadura hay que destacar también el récord histórico que ha sellado nuestro equipo. Que un club esté 25 partidos seguidos sin perder en competición europea es algo que dudo muchísimo que se logre superar algún día. Lo veo una quimera de dimensiones imposibles. Así que, como ya he dicho más de una vez, el Espanyol hace historia, a veces para bien, otras para mal, pero es una marca en la historia del fútbol catalán, español y europeo.

A nivel personal, el paseo por Europa del Espanyol me ha supuesto un enriquecimiento personal extraordinario. Gracias también al entendimiento y apoyo de la empresa, me he podido compaginar el trabajo con los viajes, y he logrado hacer seis de los siete desplazamientos del equipo.

Si bien me quedé sin el primero, el Stjarnan islandés (cosa que me dio mucha rabia, para qué vamos a negarlo), después sí pude viajar a todos los demás destinos de carrerilla. Y así lo he dejado escrito por aquí. Mi previa de la UEFA Europa League empezó en Suiza contra el Luzern (0-3), y después vino un viaje chárter a tierras ucranianas contra el Zorya (2-2), que nos dio la clasificación oficial para la Fase de Grupos de la antaño llamada UEFA Cup. Allí, encuadrados en el grupo H, empezamos con un viaje a Moscú para enfrentarnos al CSKA (0-2), poco después nos enfrentamos al Ludogorets búlgaro (0-1) en un viaje que también tuvo tela y acabamos en Hungría viéndonos las caras con el Ferencváros de Budapest (2-2). De esta forma acabamos la Fase de Grupos como primer clasificado del grupo H, y la suerte nos emparejó con el Wolverhampton para los 1/16 de final.

El último viaje, pues, fue a tierras inglesas, del que no salimos bien parados futbolísticamente (4-0).

De cada uno de los viajes te vienen cosas a la cabeza. Anécdotas, risas con tus compañeros de viaje (mis padres, Alfredo, Mati, Félix, Laura, Gonzalo, Xavi, Víctor, Sonia(s), Esther, Sergi...), las peripecias para poder llegar, los intentos de conversación con gente autóctona... Eso sí, como curiosidad, haciendo el cálculo rápido, he llegado a recorrer más de 30.000 km para poder hacer todos estos desplazamientos. Déu n'hi do!

Así acabamos nuestra aventura. Yo, más que satisfecho con mi implicación personal. Me he dejado mucho dinero en todos estos viajes, pero son billetes, para mí, muy bien invertidos. Te llevas experiencias, visitas países que nunca hubieses pisado, conoces costumbres, ves paisajes nuevos, haces amistad con nuevos pericos... y valoras lo que tienes. Nuestra comida, nuestras costumbres, nuestros paisajes, nuestro nivel de vida.

Aquí pongo punto y final a este apartado europeo de la bitácora de desplazamientos de esta temporada 2019-2020. Ya sólo nos queda la Liga, al haber caído también hace semanas de la Copa del Rey. Una Liga que va a ser dura, pero que no por ello va a dejar de ser interesante, estoy seguro. Nos quedan 13 finales por vivir, y lo vamos a dar todo para conseguir la ansiada permanencia. No sé si podré relatar algún desplazamiento más. No las tengo todas. Pero si no es así, espero, como mínimo, poder escribir al final de temporada que mostraremos con orgullo nuestro escudo, nuestros colores, un año más en Primera División. Y si no ha podido ser, haremos lo propio en la División de Plata. Perquè som l'Espanyol, i això és la nostra vida.
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