Escribo esta entrada desde el ordenador portátil, tumbado en la cama, en donde llevo toda la tarde. Pensaréis que qué vago soy, pero creo que tengo alguna excusa, aunque sea media.
Miquel, con el que estoy pendiente de verme y cuyo libro quiero tener en breve (espero que el mismo próximo fin de semana), me dejó un comentario muy interesante en mi última entrada. Yo no la escribí con esa intención, pero sí que me puse en su piel y pienso que se puede deducir que todo aquello sean obligaciones. Estuve tentado de contestar al día siguiente. Luego lo dejé para la semana posterior, y al final hoy es el día. De hecho, escribí contestaciones, las borré, escribí otras, no me parecían decentes.
Bien. Pues resulta que, de toda esa lista de tareas, hay muy pocas obligaciones. De hecho, quizá sólo una; trabajar, para poder comer. Todas las demás, de un modo u otro, son relativas, son aficiones, intereses, gustos u ocio. Pero no es menos cierto que para un servidor (y a esto le he dado muchas vueltas), pocas cosas se quedan solamente en relativas, aficiones, gustos u ocio. Todo lo llevo un grado más allá. Sí, todo lo acabo llevando a una obligación personal.
Por un lado pienso que es algo bueno. Si no me obligara a leer (mucho), a escribir (antes mucho más que ahora), a traducir y corregir (ahora estoy liado con un libro que se publicará en mayo), a coleccionar (¡cómo me gusta esto!), a hacer radio (una meta que tenía), a gestionar la peña (sino prácticamente estaría muerta) y temas de la FCPE (podéis participar ya en el IV Concurso Literario. Tenéis hasta Sant Jordi) creo que mi vida estaría demasiado vacía. Necesito marcarme retos, metas personales.
Por otro lado, también veo el aspecto negativo del asunto. Obligarme tanto acaba cargando y quemando. Por cantidad, por otros o por uno mismo, pero acabas viendo que, poco a poco, has de ir dejando cosas. ¿Lo malo? Que cuando dejo algo porque creo que ha acabado mi etapa, al cabo de poco aparece algún otro tema interesante y, como un problema gravísimo que tengo es que no sé decir que no, pues ahí andamos. En esos trances. Entre un fregado y otro.
Hoy he cumplido otro reto, otra meta personal. Ya había plantado un árbol, escrito un libro, casado, tengo una formación, tengo un trabajo estable... Pero quedaba algo (bueno, quedan aún muchas cosas en la lista, claro): correr una Maratón. Hoy me he enfundado la elástica blanquiazul del grupo de atletismo de la FCPE y he corrido mi primera Maratón, la de Barcelona. Con un tiempo y resultado satisfactorio, puedo decir: reto superado. ¿Entendéis ahora por qué llevo toda la tarde tumbado en la cama, verdad? Mañana veréis lo divertido que será trabajar.
Ahora, hasta la próxima meta.
Mañana ya sabes dónde te puedes apoyar, de hecho creo que nunca he dejado de poner lo que haga falta para que ter apoyes, Y dentro de esas obligaciones y ocio creo también, que yo tengo mucha culpa de ellas y muchas el comparto de una manera u otra.
PD: Miquel creo que nos veremos pronto¡¡¡¡