martes, 31 de mayo de 2016

Maius

2 comentarios
 
No puedo decir que maius haya sido un buen mes, hay que dejarlo claro. El horizonte laboral se vislumbra escaso, y me encuentro en la encrucijada de o bien seguir esperando esa oportunidad que parece nunca llegar, o bien tirarme de cabeza a la piscina y cambiar radicalmente de oficio. No hay término medio. Y la situación no es agradable. Llevo ya días dándole vueltas al tema, sopesando pros y contras, valorando aspectos negativos y positivos de cada opción. Pero no, no es fácil. Y lo que impepinablemente hay que hacer es comer.

Por otro lado, la abuela que nos queda cada vez está peor. Cumplidos los 85 el 7 de este mes (o el 8 según su DNI; ya saben, cosas de la burocracia de hace ocho décadas), su salud ya no es la que era. Débil, con dos vértebras rotas, bronquitis crónica y un estado de ánimo por los suelos, mi abuela ha pasado en cuestión de un mes de hacérselo todo a tener que depender casi al 100% de mi madre. De ver que, aunque sin su marido con el que compartió casi 55 años, podía hacer una vida normal a darse cuenta de que lamentablemente lo único democrático en esta vida es la muerte y quizá, poco a poco y sin prisas, sus días van acabando. Y por mucho que los demás nos prestemos a lo que haga falta, tampoco es agradable. 

El punto positivo al mes, parece, lo ha puesto el RCD Espanyol. En Primera División un año más y con la temporada acabada, las noticias que lo rodean son esperanzadoras. Ampliación de capital millonaria, nombres de jugadores, entrenadores y directores deportivos, un fútbol base que sigue cosechando éxitos... Lo dicho, parece que la nueva era Chen va despegando y puede hacerlo con un rumbo fijo y sin titubeos, pero esto sólo lo podrá afirmar y confirmar el tiempo.

Vallès en blanc-i-blau sigue viento en popa. Esa es la mejor hora de la semana. Un rato en el que te evades de todo lo exterior y te dedicas sencillamente a hablar de tu afición por el peñismo, por lo social, por el Espanyol. Es una hora de desconexión total en la que, con los cascos puestos y el micro enfrente, te olvidas de todo lo demás.


2 Responses so far.

  1. La cuestión no se vislumbra fácil.
    Cambiar de profesión tampoco lo es, pero vivir a la espera de sustituciones no ha de resultar agradable.
    Hay decisiones que se han de pensar y repensar, y aún así corremos el riesgo de equivocarnos.
    Te diré una cosa, Dani, jamás pude ejercer de teólogo, y si hice alguna clase en la Universidad de Pedagogía (como pedagogo) fue en la asignatura de Arte y Sociedad haciendo alguna sustitución.
    Así que cambié de profesión y me dediqué a especializarme en RRHH, profesión que estaba dominada por los de ciencias y que en la temporada de los 80 se volcó a los de Humanidades.
    Así que me gané la vida contratando y despidiendo, algo parecido a lo que explicaba Henry Miller, cuando estuvo empleado de la división de personal de la compañía telegráfica «Cosmodemonic», y que te recomiendo que leas si es que no o has hecho ya.
    Por lo demás, siento lo de la abuela.

    PD: Marcho unos días a Italia a ver a mis hermanas. A la vuelta a ver si nos podemos ver.
    Un abrazo y un beso a tus padres y a tu señora
    Miquel